lunes, 24 de marzo de 2008

Abajo el semental todopoderoso


Sucio

(Premio Clarín, espectáculo del circuito Off)

Viernes y sábados 23:30hs
El cubo. Zelaya 3053. Abasto
Teléfono: 4963-2568
Entradas: $25
Con: Guillermo Arengo, Carlos Casella, Juan Minujin
Dirección: Ana Frenkel, Mariano Pensotti



La sala El cubo tiene capacidad para aproximadamente 300 espectadores. La noche que asistí a presenciar Sucio llovía sobre la ciudad de Buenos Aires. Para mi asombro la sala a minutos de comenzar la función estaba repleta. El programa de mano que entregan no hace referencia alguna a la síntesis argumental de la pieza, ni a su temática. No leí previamente de que venía lo que iba a ver. Últimamente estoy en búsqueda de espectáculos que escapen en sus discursos de lo socialmente impuesto por una heterosexualidad normativa y obligatoria, estoy necesitando intervenciones disidentes, divulgaciones poéticas que se corran de los lugares comunes, para darle paso al desenfado, y una ideología más vinculada con lo emblemático en cuestiones de identidad, género, vínculos, sexo, etc, en fin, en la vida y sus múltiples y variados motivos.


¿Algo sustancial? ¿Con contenido? ¿De que tipo? Supongo que estoy necesitando en el intangible panorama teatral, nuevas visiones, temáticas, estéticas. Miradas crudas, reales, arriesgadas, manifestadas como reproches que lleven a diversas (de diversidad) formas de reflexión, ver al hombre intuyendo y construyendo su relación con el mundo a través de sentimientos más directos y viscerales, menos esteriotipados. Creo que la época actual en la que existimos merece nuestro particular interés, y los artistas tenemos una herramienta por demás poderosa al tener la capacidad de crear para contar y de contar para crear. A veces al asistir al teatro, tengo la impresión que se mira para otro lado, que cada cual se cree el cuento que quiere creerse y que hay un descompromiso generalizado con la autocrítica y un compromiso a ultranza con pertenecer, por estar en la boca de todos, ¿frivolidad? El precio que se paga por pertenecer es muchas veces la repetición, la imitación, el plagio a merced de la despersonalización, el apostar por la fórmula probada y los más importante; el dejar de lado los valores genuinos que nos ofrece la autenticidad, con todo el peligro y el placer de libertad que esto conlleva.


Dentro de los aciertos de Sucio se puede mencionar la mirada impiadosa que desde el discurso refiere a algunas de las actitudes más comunes de un hombre machista, ahí es donde la obra alcanza tal vez el mayor nivel de riesgo narrativo, eso está intensificado y puesto en juego por ejemplo en la (in)comunicación telefónica que establece el personaje de Juan Minujin con su padre ante quién debe mostrarse fuerte y “masculino”. Hay una satírica parodia sobre lo que él hombre debe o no debe hacer según la mirada social, para considerarse un hombre. También podemos destacar dentro de la dinámica de la creación de esta pieza, la escena “Homosexual”, que lleva a cabo Carlos Casella junto a un perro de peluche gigante, el mérito de la situación radica en el principio de relación que se genera entre la acción que desarrolla el actor y el que mira, que al iniciarse la escena puede resultar grotesca, pero con el correr de los minutos llega a incomodar y generar asombro generalizado del público, se devela ante la mirada del espectador un mecanismo más complejo del que en apariencia se muestra, hay elementos en juego en el orden de los sexual que me gustaron, me angustiaron y me hicieron pensar en la soledad del individuo y sus miserias, creo que es una escena que cala hondamente. Es masturbatoria, morbosa y divertida a la vez.


Los momentos musicales también son de gran impacto, sobre todo la primera canción de interpretada por Casella quién lleva la voz cantante del grupo y por supuesto la versión libre que realiza del tema de la película “El guardaespaldas”. También suma color y vistosidad el baile que desarrolla Guillermo Arengo con el televisor en la cabeza. (Particularmente me encantó)
Los rubros técnicos son muy buenos, principalmente el diseño de luces, que es interesante, funcional y logra apropiarse del espacio físico de ficción planteado para contar esta sucesión de cuadros entretenidos, que valen para que los personajes saquen a relucir sus trapos sucios en esta particular visión sobre el universo masculino, La mujer se halla físicamente ausente de la representación por que ahora el hombre lava la ropa que ensució y después debe volver a ponerse, el hombre que dice en esta obra está desvalido, vulnerado, quebrado y habla desde su humanidad. La obra plantea otra visión del hombre, una diferente a la tan conocida del semental todopoderoso, por eso vale la pena verla, la recomiendo.

Martín M

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