viernes, 20 de junio de 2008

LESBIANAS AL TABLÓN: tortita de manteca



UN COMENTARIO DE NORMA LISA TUBIDA

Historias sobre aquello que –por superficialidad y ligereza- se suele llamar amor, historias terminadas y que se desempolvan cuando ciertas necesidades o sus motores maestros –los deseos- apremian, se representan continuamente en el teatro. El amor/los amores y la pareja/las parejas son dos de las más grandes farsas con las que los complejos dispositivos sociales nos mantienen más o menos adaptadx y dan pabilo a las más diversas expresiones artísticas. ­¿Qué es, entonces, lo que para mí resulta destacable en Tortita de Manteca?

Hay varios puntos, entre los que se incluye la relación personal de afecto y camaradería con el autor y director, Martín Marcou. Pero éste no es el factor más importante ni crucial. Conocí a Martín hace un año. Nos conocimos justamente para hablar de lo que entonces no era más que el primer texto/borrador/idea de Tortita. Y desde ese momento me interesó la posibilidad, muy poco vista por estos pagos y en estos tiempos, de encontrar una historia que podría ser entre dos personas cualesquiera, pero que deliberadamente sería protagonizada por lesbianas. ¿Por actrices lesbianas o por personajes lesbianas? Eso no importa en absoluto.

Lo que se narra y se expresa (no siempre en un código narrativo) en Tortita de Manteca es apenas la punta de un iceberg del que no es visible más que una mínima fracción. Sin embargo, la solidez de la dramaturgia/dirección no permite que aflore la incoherencia, el sinsentido. Al contrario, queda claro que existe un trasfondo, un contexto, que lo que acontece en escena no es una mera “ocurrencia”.

En un escenario desnudo y un poco crujiente, austerísimo, se retratan algunas de las miserias de los mezquinos fósiles que –parece- suelen sobrevivir al “amor” (al amor convencional, al de las parejas que conviven, que pretenden compartir “proyectos”): rencor, cálculo de probabilidades, desdén, venganza, autocomplacencia y también la confianza de creer que, tras la ruptura de los códigos vinculantes, nadie puede conocer a una mejor que una misma (o “a uno”, para los lectores y espectadores masculinos), por cuestionable o difuso que sea el término “conocer”.

Al elegir que sus personajes sean mujeres, la falacia o la maravilla del amor/dolor puede mostrarse un poco menos velada que en las relaciones “hetero” donde hay implícita, inevitable, ubicua, una desigualdad de poder, de recursos, de socializaciones. Sin que esto signifique una cristalización ni la pretensión de borrar todas las diferenciaciones que puede existir entre dos personas cualesquiera (aún siendo ambas mujeres).



Las protagonistas de Tortita, una calculadora e hiper egoísta, la otra atravesada por las dificultades de su estar en el mundo, por los aspectos sociales y relacionales de su lesbiandad, víctima conciente y dolorida (pero inactiva) de la lesbofobia, tienen nombres compuestos y casi excesivos en la economía retórica y material de la puesta. Nombres que son, según yo lo entiendo, marcas claras de la irónica forma que tiene Martín de relatar sus historias.


Para tener un buen panorama del contenido, la búsqueda, el proceso creativo y técnico además de otra información interesante, remito al blog ad hoc

http://tortasdemanteca.blogspot.com/



TORTITA VA LOS DOMINGOS, A LAS 20 HS EN TEATRO ANTESALA: gorriti 3956, tel 4865 4384

1 comentario:

Patricio López Tobares dijo...

Hola! nos gustaria mucho poder comunicarnos con ustedes, para contarles de la obra que estamos haciendo con textos de Alejandra Pizarnik. Pueden comunicarse con nosotros a patricio.l.tobares@gmail.com
muchas gracias
saludos